A pesar de dominar la totalidad de los superordenadores más potentes del mundo, según confirman informes del sector, y estar presente en miles de millones de dispositivos de nuestro entorno, como routers, refrigeradores inteligentes e incluso en nuestros teléfonos móviles Android, Linux todavía es poco utilizado como sistema operativo principal por usuarios domésticos en sus ordenadores personales.
Con una adopción global inferior al 4% en equipos de escritorio, surge la pregunta que muchos se hacen: ¿por qué Linux no es popular como sistema operativo? Esto nos lleva a la pregunta central: ¿por qué no triunfa el escritorio Linux?
Incluso ante las molestias que puede suponer descargar la imagen ISO de Windows 10/11 y activarlo, pocos se plantean migrar a las distribuciones gratuitas de Linux. En su lugar, prefieren buscar diversas vías para reinstalar Windows.
A continuación, analizo desde mi experiencia por qué Linux resulta poco atractivo, al punto de que pocos le prestan atención incluso en las circunstancias actuales.
Linux no es popular en ordenadores personales principalmente por cinco razones: la mayoría de los PCs vienen con Windows preinstalado, la falta de software profesional clave como Adobe o Microsoft Office, la abrumadora fragmentación de distribuciones que confunde a los nuevos usuarios, una percepción histórica de complejidad y un ecosistema de videojuegos más limitado.

Razones de la Impopularidad de Linux en Escritorios
El factor del hardware preinstalado
En primer lugar, la mayoría de los ordenadores comercializados vienen con Windows preinstalado. Esto significa que el usuario no necesita realizar ninguna acción inicial: basta con encender el portátil y empezar a trabajar.
En cambio, para probar Linux, necesitas descargar el sistema, grabarlo en una unidad USB, instalarlo y, en ocasiones, gestionar la configuración de los controladores.
Para muchas personas, este proceso se percibe como algo muy complejo, aunque en la práctica no sea tan intimidante.
Ausencia de software familiar y problemas de compatibilidad
Debido a que Windows es considerablemente más popular que Linux, los programas de uso común presentan una apariencia y funcionamiento distintos en Linux, lo que exige un período de adaptación. Pueden surgir problemas de compatibilidad.
Por ejemplo, un documento de Word creado en Windows puede visualizarse de manera diferente al abrirlo con editores de texto en Linux, especialmente si contiene fórmulas, gráficos y tablas.
Incluso realizar ajustes visuales menores consumirá tiempo, un factor que no sería bien recibido en un entorno empresarial.
Con Excel también pueden surgir inconvenientes. Recientemente, me enviaron un archivo con macros de VBA creado en Windows. Desafortunadamente, para que el código VBA se ejecutara correctamente, fue necesario realizar numerosas modificaciones en el documento.
Si bien existen alternativas, este es un punto crítico para muchos usuarios. ¿Necesitas Adobe Photoshop? Utiliza GIMP. ¿Necesitas Microsoft Office? Utiliza LibreOffice. Sin embargo, muchos profesionales están habituados a las interfaces de productos propietarios de Adobe, Microsoft y otros. Además, ciertas funciones de pago que estos ofrecen pueden ser indispensables para un uso profesional.
Aunque este problema persiste, existen soluciones modernas:
Recomendación: En los últimos años, han ganado popularidad las aplicaciones portátiles o binarias independientes para Linux. Estas soluciones universales para cualquier distribución simplifican la compilación, distribución y mantenimiento de productos de software.
Es común encontrar
AppImage, un archivo auto-contenido con todas las dependencias, listo para ejecutar. Otra opción popular es el sistema de gestión de paquetes universales Snappy de Canonical, con su repositorio Snapcraft.io. Una solución alternativa es el sistema Flatpak y el repositorio Flathub.En ambos casos, las aplicaciones descargadas se ejecutan en un entorno aislado (sandbox), y su único inconveniente es el tamaño considerable que ocupan.
El exceso de distribuciones (Fragmentación)
Una de las razones de la impopularidad de Linux es la abrumadora cantidad de distribuciones disponibles, lo que se conoce como fragmentación.
Manjaro, Ubuntu (y sus diversas variantes: Kubuntu, Xubuntu, Lubuntu, Ubuntu LTS…), Linux Mint, Elementary OS, JingOS, Linux Lite, Fedora Workstation, Debian, openSUSE, Slax, Gentoo, Astra Linux… estos son solo los que vienen a la mente. En realidad, el número de distribuciones es mucho mayor, como puedes comprobar en sitios como DistroWatch.

Cada una difiere de las demás en algún aspecto. La elección es genuinamente compleja, e incluso las reseñas o herramientas como DistroChooser difícilmente ayudan a un principiante. Para entender mejor este ecosistema, puedes consultar mi guía completa de distribuciones Linux.
Aquí se puede trazar un paralelismo con el iPhone: Apple lanza 2-3 modelos al año, y los usuarios de la marca no tienen un gran abanico de opciones. Lo mismo ocurre con Windows: actualmente, la elección se reduce a la versión 10 o la 11.
Sería muy beneficioso si la comunidad de Linux no estuviera tan fragmentada. Podrían unirse para crear 2 o 3 versiones del sistema de alta estabilidad y centrarse en su perfeccionamiento.
La percepción de complejidad (El uso de la consola)
No todas las operaciones en un sistema operativo tipo Linux pueden ejecutarse a través de una interfaz gráfica. Inevitablemente, llegará el momento en que será necesario abrir la enigmática consola e introducir los comandos pertinentes, que además hay que conocer.
No obstante, es preciso matizar que esta percepción está más asociada a casos de uso avanzados, como la administración de servidores o el desarrollo de software.
En las distribuciones de escritorio modernas (como Ubuntu, Linux Mint o Fedora), la mayoría de las tareas cotidianas —instalación de aplicaciones, actualizaciones del sistema o configuración de hardware— se gestionan eficientemente a través de interfaces gráficas intuitivas. El usuario doméstico promedio rara vez necesita interactuar directamente con la consola, aunque conocer algunos comandos básicos siempre es útil.
El mito de los controladores (Drivers)
No siempre es posible encontrar controladores para dispositivos nuevos. Por lo general, son creados por desarrolladores de la comunidad que se han enfrentado al mismo problema.
Sin embargo, es justo señalar que este es un problema que ha sido significativamente mitigado en los últimos años. El kernel de Linux ahora incluye soporte nativo para una vasta cantidad de hardware, por lo que la mayoría de los componentes estándar (tarjetas gráficas, Wi-Fi, impresoras) funcionan de manera automática tras la instalación en las distribuciones principales. Los problemas de controladores tienden a limitarse a hardware muy reciente o a dispositivos de nicho con especificaciones propietarias.
El sector de los videojuegos
Otra razón importante es el sector de los videojuegos. Aunque Linux ha avanzado significativamente en este ámbito en los últimos años, especialmente gracias a la plataforma Steam y la tecnología Proton, muchos lanzamientos nuevos siguen siendo exclusivos para Windows.
A veces, los juegos en Linux se ejecutan con peor rendimiento, más lentamente o directamente no funcionan. Y para muchos usuarios, el ordenador es, ante todo, una plataforma de entretenimiento, por lo que el estado del gaming en Linux es un factor decisivo.

La barrera del idioma
Históricamente, se ha asumido que un usuario de Linux debe tener un buen dominio del inglés. Si bien existen comunidades en otros idiomas, la mayor parte de la información técnica detallada se encuentra en inglés.
Además, a diferencia de Windows, el software no siempre está completamente traducido, lo que puede suponer un problema para el usuario que no comprende el idioma.
Ausencia de marketing y la fuerza del hábito
También es importante señalar que Linux carece de una gran corporación que se encargue de su promoción. Microsoft publicita activamente Windows, y Apple hace lo propio con sus Mac y macOS. En cambio, Linux es, en esencia, un proyecto comunitario.
Finalmente, los usuarios simplemente son reacios a cambiar aquello a lo que están acostumbrados. Aunque Linux sea superior en muchos aspectos, la mayoría no quiere aprender algo nuevo, asumir riesgos, configurar o adaptarse. Para ellos, lo fundamental es que todo sea comprensible, familiar y sin complicaciones adicionales. Si Windows ya está instalado y todo funciona, ¿para qué cambiar?
Entonces, ¿por qué usar Linux?
Aun así, Linux es un sistema excelente. Es gratuito, tiene una alta resistencia a los virus y funciona con rapidez incluso en ordenadores antiguos. Es la elección ideal para quienes desean explorar algo nuevo, utilizar el ordenador para programar, gestionar tareas de servidor o simplemente disfrutar de un sistema que puedes personalizar completamente “a tu medida”.
Pero mientras Linux requiera un mayor conocimiento y disposición para resolver problemas, seguirá siendo un sistema para entusiastas y usuarios con conocimientos técnicos. Esto alimenta el debate sobre por qué Linux nunca será popular a nivel masivo.
Para que se vuelva verdaderamente mainstream, necesitaría venir preinstalado en los ordenadores de las tiendas, que los programas y juegos funcionaran sin restricciones y que todo fuese compatible desde el primer momento, sin configuraciones complejas.
Quizás algún día esto ocurra. Pero, por ahora, si te preguntas por qué todavía no usas Linux, la respuesta puede estar en estas barreras. Sigue siendo un sistema excelente, aunque no el más conveniente para el usuario promedio.







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